Las migraciones de la Argentina comenzaron varios milenios a. C., con la llegada de las culturas de origen asiático que ingresaron al continente americano y fueron poblándolo lentamente. A la llegada de los españoles, los habitantes del actual territorio argentino eran aproximadamente 300 000 personas, pertenecientes a numerosas civilizaciones, culturas, ciudades y tribus indígenas diversas.
Los conquistadores españoles, traen consigo sus costumbres y valores propios, generándose un encuentro cultural de dimensiones perdurables, no exento de dolor en muchos casos y de cooperación en otros. Desde el punto de vista poblacional, dicho encuentro dio lugar al mestizaje de blancos e indios, al que se sumaría en grado menor, el aporte de habitantes negros traídos desde África o desde el Brasil en calidad de esclavos, particularmente en la zona del Río de la Plata. Mestizos, mulatos y zambos han de sentar así la conformación de la población criolla.
En la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, se produjo el arribo de un importantísimo caudal inmigratorio de origen predominantemente europeo, que constituye otro pilar fundamental a la hora de definir la esencia de la argentinidad, como producto de un verdadero "crisol de razas".
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