Los Valles Calchaquíes fueron el escenario predilecto por las primitivas razas y etnias que habitaron estas tierras. Entre cerros y cardones la región de Tucumán conserva un rico yacimiento arqueológico que data del 600 D.C. Aún se conservan, pircas, enigmáticos menhires, Piedras Pintadas de la cultura, Candelaria y hasta las Ruinas del pueblo de los Quilmes. Son el testimonio del gran desarrollo de estas naciones precolombinas. Este legado ha llegado a formar parte de la identidad característica de esta región del norte argentino.
La abundante toponimia tucumana de origen indígena todavía se conserva. Tanto es así que el nombre de Tucumán, según el historiador Manuel Lizondo Borda, proviene de la voz quichua “Yucuman”, que traducida significaría Lugar donde nacen los ríos. Los españoles, al comienzo la llamaron Tucma, pero luego sufrió varias transformaciones hasta alcanzar su denominación actual. Pero todavía existen diversas teorías en torno al origen de esta palabra. Algunos la relacionan con el nombre de un poderoso cacique Calchaquí llamado “Tucumanhao” y con una voz quichua que traducida significaría “país del algodón”. Los mitos y las leyendas sirvieron para reconstruir las antiguas creencias y rituales de los pueblos que habitaron la parte occidental del territorio tucumano.
Participar de la tradicional fiesta de la elección de la Pachamama, en Amaicha del Valle, es como viajar en el tiempo. Las ofrendas que se dejan para la Madre Tierra implorando por la fertilidad y el éxito de las cosechas son acompañadas con cánticos que hacen eco en el valle. El recorrido por estos valles derivará obligadamente en dos de los atractivos arqueológicos más importantes: Los Menhires en la plaza del Mollar y Las Ruinas de Quilmes. Los primeros son antiguos bloques de granito tallados con misteriosos jeroglíficos cuyo significado aún no ha podido ser desentrañado por los estudiosos de estas culturas primitivas. En Las Ruinas de Quilmes todavía se puede apreciar la monumental ciudadela construida en la ladera de la montaña. Durante el siglo XV los incas extendieron su imperio hasta ocupar parte del Valle de Tafí. Ambas culturas la Calchaquí y la Incaica se combinaron dando lugar a un mayor desarrollo de los modos de vida y de las estructuras sociales.