Se trata de una singularidad geomorfológico denominada dolina kárstica, que se ve como dos grandes depresiones con espejos de agua dulce en su interior. Al golpear el viento en las cercanías provoca un especial silbido grave que da origen a la leyenda que le dio nombre a esta curiosa y bella formación.
Se encuentra a solo 6 km del Valle de Los Molles sobre la misma ruta 222, por lo que lo hace un paseo sumamente accesible. Se puede visitar todo el año. Es ideal para la actividad fonográfica ya que presenta múltiples facetas según la estación del año y la hora del día en que se la frecuente.