Mar de las Pampas es una de las nuevas localidades de la costa bonaerense que se destaca por su tranquilidad, a tal punto que podría ser considerada la primera ciudad ‘slow’ de América, categoría a la que sólo pertenecen 80 localidades del mundo.
Allí, detrás de la fila de dunas asoman las ramas de un bosque tupido. En un desprolijo orden, se suceden eucaliptos, pinos marítimos, insigne y elotis, cortaderas y cedros azules, entre otros árboles. Cuesta creer que, apenas medio siglo atrás, estos cientos y cientos de hectáreas verdes eran una seguidilla de médanos libres y despoblados, sin más vida que la de las aves marinas que sobrevolaban la costa. En abril de 1957, un aviso anunciaba el remate por orden judicial de “dos grandes lotes entre Mar del Plata y Pinamar, frente al mar”: Mar Azul y Mar de las Pampas.
Porfiados, los compradores se propusieron domar a la naturaleza. Primero se dedicaron a fijar los médanos y más adelante llegó el momento de la forestación: crearon un vivero para empezar a cultivar las especies con las que luego inundarían la región. La paciencia y los meses de trabajo rindieron sus frutos, y poco a poco fue creciendo el bosque, que pronto tuvo vida propia. Tanto, que con el paso de los años se convirtió en el eje de la vida de los lugareños. El trazado irregular de las manzanas de Mar de las Pampas, balneario perteneciente al partido de Villa Gesell y ubicado a 3 km de esa ciudad, se debe al deseo de respetar las sendas naturales. Recién en 1979 comenzaron a comercializar las parcelas, siempre manteniendo la premisa que se habían planteado desde el principio: desarrollar una ciudad turística respetuosa del medioambiente.
En Mar de las Pampas no existe el asfalto, y los caminos siguen las ondulaciones del terreno; de esta manera, obligan a los automovilistas a respetar el lema del balneario: vivir sin prisa. Por eso está prohibido circular a más de 30 km por hora. Hay una clara división entre las áreas comerciales, hoteleras y residenciales; y está limitada la construcción de edificios altos. Sin ir más lejos, el 70% de la zona boscosa deberá permanecer de esa manera: cubierta de árboles.
Pero no es lo único. En Mar de las Pampas no hay antenas de telefonía celular, en las playas no se construyen vistosos paradores ni ningún tipo de infraestructura (un único balneario brinda los servicios básicos a los veraneantes), los comerciantes acordaron no colocar enormes carteles publicitarios en la ruta ni en la vía pública para evitar la contaminación visual, no circulan cuatriciclos, no amplifican la música en los espacios públicos, los restaurantes sirven comida preparada en el momento con productos de la zona, en definitiva, se busca por todos los medios preservar la tranquilidad y la pureza de la región.
Aunque en sus comienzos no fue planteado en estos términos, la ciudad reúne muchos de los requisitos de las ‘ciudades lentas’. Y podría convertirse en la primera de la Argentina y de América en sumarse a este movimiento internacional al que pertenecen más de 80 localidades del mundo, como Positano y Orvieto.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a la ‘Slow Life’? Todo surgió en 1986 de la mano del periodista y sociólogo italiano Carlo Pertini, quien generó el movimiento Slow Food para oponerse a la instalación de un local de comidas rápidas en la Plaza España, en Roma. Tras lograr la clausura de dicho lugar, Pertini trasladó este concepto a Bra, su ciudad natal, y logró cambiar el estilo de vida de sus 28 mil habitantes. El alcalde atrasó media hora el reloj de la iglesia y prohibió que los días jueves y domingos abrieran los negocios y circularan autos por el centro.
Mar de las Pampas es un destino que invita a relajarse. Muy cerca se encuentra el balneario Las Gaviotas, otro paraje de playas amplias y bellísima vegetación. Además de las actividades al aire libre, una buena alternativa es visitar la reserva del Faro Querandí, 22 km al sur del partido. Para los que se animen a trepar los más de 270 escalones en forma de caracol del faro hay un premio extra: una vista que no tiene desperdicio. Lo que se dice, una escapada a puro placer y relax.
Fuente: Revista Nueva
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