La frase que distingue a Mar de las Pampas es: “vivir sin prisa”, y a simple vista podemos apreciar la tranquilidad y armonía entre la playa y el bosque.
Es imposible no relajarse al caminar entre los senderos internos, entre pinos, cipreses y abedules, y de pronto escuchar el ruido de las olas rompiendo cerca de la costa.
Los principales paseos del pueblo, están sobre la avenida El Lucero y la calle El Ceibo, desde donde salen los caminos de tierra que conectan con el resto del pueblo.
Hay una amplia oferta de alojamiento y gastromonía, que crece año a año y varia en gusto y calidad. Podemos encontrar cabañas cerca de mar o en medio del bosque.
Las playas son amplias y espaciosas, invita a los amantes de las caminatas a hacer sus recorridas siempre que el viento lo permita, sino habrá que refugiarse en los médanos, o recorrer los caminos del bosque.
Predominan las construcciones en tronco, donde resaltan la madera y la piedra.
Es imperdible la visita a la Aldea Hippie, que cuenta con una biblioteca popular creada con botellas de plástico y otra en un pequeño camión ambulante. La principal referencia de los locales comerciales que ofrecen artesanías, es la esquina de los paseos Los Rosales y Del Duende.
Una excursión recomendable es alquilar cuatriciclos para ir a la reserva Faro Querandí, donde se pueden apreciar diferentes especies autóctonas. Si hacemos esta excursión al atardecer, podemos regresar por la arena húmeda mientras el sol se esconde tras los médanos.