En las Termas de Río Hondo, además de conocer algunos de los mejores spa y las virtudes de las aguas termales, podemos internarnos en la tranquila vida campesina de los santiagueños por el pueblo de Sotelo, su curiosa iglesia rodeada por un cementerio, la historia y su museo arqueológico.
En Argentina, quien piensa en aguas termales le viene a la mente las Termas de Río Hondo.
La ciudad se encuentra sobre un vasto lago subterráneo de 2500 metros de profundidad, desde donde llega a la superficie el agua a 45 grados por más de 4 mil pozos artificiales.
En resumen, la mayoría de las casas tienen aguas termales que salen de sus canillas.
La ciudad misma de Termas de Río Hondo surgió a raíz de las fuentes termales, que es hoy su principal industria y medio de vida.
Los aborígenes de esta zona fueron los primeros en descubrir las cualidades del agua, y en Museo Histórico hay documentos del año 1886 que certifican que desde esa época ya venían enfermos a buscar alivio en estas aguas caliente.
En el siglo XIX no había hoteles ni existía el pueblo. Lo que se acostumbraba era cavar un pozo, armar un rancho de madera o carpa, y allí se bañaba la gente. Muchos llegaban a La Banda para hacer el último tramo en carreta.
El pueblo fue creciendo y en la década del ’40 llegaron los hoteles y las grandes cadenas hoteleras, el casino y el mercado.