Movidos por el deseo de aventura, el contacto con la naturaleza y el encuentro cultural con nuevas cosas de nuestro país, emprendimos viaje al Parque Nacional Baritú. Como ustedes, nosotros tampoco teníamos noción de la existencia de una reserva natural de tal magnitud, que proporcionara tanta diversidad de paisajes y sensaciones.
Ubicado en la cercanía de Orán, Salta, y limitando con Bolivia, accedimos desde la localidad de Los Toldos, entrando por el país vecino. Baritú es el más septentrional de los cuatro parques nacionales que escudan las "Selvas de las Yungas" y por tanto el más cercano a la "selva madre" de la franja ecuatorial. Esta ubicación le concede una biodiversidad sorprendente, además de su estado virginal por no haberse realizado explotaciones de recursos de ningún tipo.
Demás está decir que apenas bajamos en Orán comenzó para nosotros "el viaje". La hospitalidad que encontramos facilitó bastante llegar a destino y los precios fueron accesibles. Llegamos un sábado por la noche a Los Toldos, un pueblo muy pintoresco, donde, previa reunión con los guardaparques, hicimos noche.
Emprendimos viaje, con nuestras ansias y mochilas a cuestas. Todo lo visto y lo vivido, colmó y superó nuestras expectativas. El recorrido, badeando (80 veces aproximadamente) el río Lipeo sobre el límite del Parque, nos ofreció vistas increíbles, encuentros con especies autóctonas y una infinidad de sensaciones, en un entorno con distintos paisajes a medida que descendíamos.
Nos pareció bueno compartir con los lectores de este suplemento algunas sensaciones.
* Los desafíos. El viaje entero, pero en especial cruzar los angostos; el monte del primer día con las mochilas pesadas; dormir inclinados; cruzar el río frío a las ocho de la mañana y llegar.
* La noche. Los ruidos y variedad de sonidos nocturnos junto a los movimientos tras las yungas no terminaban de acostumbrarnos. Una noche, dos amplios y brillantes ojos nos sorprendieron. Esos eternos minutos hasta saber qué era lo que nos miraba, nos dieron la sensación de estar en un territorio ajeno al hombre. Finalmente descubrimos cerca nuestro, un zorro comiéndose a un sapo rococó de aproximadamente 40 centímetros.
* Las risas. Muchas risas nos acompañaron, pero hubo ciertos momentos magníficos como por ejemplo los de las caídas, las comidas, los encuentros con animalitos, tratar de interpretar el primer día a nuestro guía (Pánfilo, baquenano del lugar).
* Lo cansador. Nosotros al guía y a Fernando (de la Red Yaguareté) con la cantidad de preguntas sobre "el tigre", los animales, las costumbres, la familia, la selva. Caminar sobre píedras redondas, chiquitas, grandes, cuadradas, rojas, verdes, amarillas.
* Las motivaciones. La aventura, el rendimiento físico, la admiración del paisaje, el deseo de alcanzar la meta (llegar).
* Lo que más llamó la atención. La sensación de admiración continua hacia la naturaleza y sus paisajes. Ver los animales en su estado natural. Las huellas frescas de nuestro tigre. Cruzar el río aproximadamente 80 veces. La experiencia simultánea de estar cerca de mucho y lejos de todo.
Queremos hacer un especial agradecimiento a los guardaparques del Baritú, en especial a Matías Entroncasi y Gisela. Gracias a la Red Yaguareté y al guía Pánfilo. Para quienes quieran hacer el viaje no duden en contactarnos: diegobaidon@yahoo.com.ar, o directamente con el Parque Nacional Baritú (www.parquenacionalbaritu.blogspot.com)
Viaje del lector
Si querés revivir tus momentos inolvidables y compartirlos con los demás lectores enviá tu viaje a turismo@lacapital.com.ar o llamá al 0341-5226041.
Fuente: La Capital Turismo
http://www.lacapital.com.ar/ed_turismo/2009/8/edicion_45/contenidos/noticia_5082.html