Aunque asegura que nunca había escuchado hablar del concepto, armar un Bike Hostel surgió como algo inevitablemente natural para Maxi Cataldi.
Por un lado, porque aprendió a lidiar con el turismo desde bien chico: su familia maneja hace 30 años una hostería en San Martín de los Andes. Por el otro, porque es un loco de las bicicletas, su otra gran pasión además del snowboard.
Y así, de la simple asociación de sus know hows, en febrero de 2009 abrió sus puertas la casa hostal de la Av. Koessler, sobre la entrada misma de esta aldea de postal.
"La idea es que el que viene acá se sienta identificado", dice Maxi, de 37 años y uno de los pocos nyc (nacido y criado) de San Martín de los Andes.
Porque, claro, el público que recorre el Sur sobre dos ruedas se encontrará como pez en el agua en este lugar, donde si hay algo que no faltan son bicicletas: están una junto a otra en el garaje, desarmadas en el taller, estacionadas en la entrada o apoyadas en la pared, dentro de la casa misma.
Muchas pertenecen a los huéspedes y otras tantas a Maxi, incluida la joyita de la colección: una bicicleta que fabricó él mismo en bambú. Dice que sacó la idea de Ghana, donde existen rodados construidos en este noble material, también llamado acero vegetal por su increíble resistencia (las bicis aguantan hasta 100 kilos, mucho más que una de aluminio).
Por si queda alguna duda, Cataldi cuenta que hace tres meses pedaleó de San Martín de los Andes a Buenos Aires sobre su diseño de bambú, un recorrido que le llevó nueve días.
Pero ahora, cuando explota la temporada y el hostel no da abasto de tanta gente que entra y sale, sale y entra, le queda poco tiempo para pasear.
Llegar en bicicleta no es condición sine qua non para alojarse en el Bike Hostel, donde la mayoría de los huéspedes son extranjeros (europeos principalmente, encabezados por los franceses), algunos de mochileros de a pie y otros de a bicicleta.
Además de tener un lugar donde dormir, explica Maxi, los ciclistas reciben asesoramiento sobre los mejores circuitos para pedalear, llevan sus bicis a reparar en el taller, alquilan otra si hace falta u obtienen herramientas -juego de llaves, inflador, cámara, cortacadena- y alforjas para sus travesías (generalmente por Siete Lagos).
Maxi tiene una particular manera de promocionar su emprendimiento: subirse a la bici y repartir tarjetas entre los ciclistas que se cruzan en el camino.
"De todos modos, el 90% de la gente que llega hasta acá lo hace gracias al boca en boca", admite.
Como Goat, el curioso apodo de un aún más curioso personaje californiano que en julio de 2006 partió de Alaska en su casa-bicicleta (carga 70 kilos entre carpas, bolsa de dormir, herramientas y un mínimo de ropa). A comienzos de este año, después de recorrer 14.000 km y atravesar 14 países, finalmente llegó a Ushuaia. Por estos días toma un merecido descanso en el Bike Hostal, aunque tan acostumbrado está a la intemperie que prefiere acampar en el jardín antes que dormir en las habitaciones. Pero eso es otra nota.
Fuente: La Nación Turismo
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1240302