En el Parque Luro encontramos un "Castillo" que conserva viejas historias de principios del siglo XX, donde además podemos encontrar en jabalíes, ciervos y bosque de caldén. Es un sitio ideal para hacer avistaje de aves y presenciar el impactante espectáculo de la brama del ciervo.
Ubicado en el centro del país, se encuentra la Reserva Provincial Parque Luro en la provincia de La Pampa, donde la naturaleza y la historia se asoman en cada rincón. Se puede conocer lo que queda de lo que fue alguna vez un infinito paisaje de caldenes, o dedicarse a los paseos para sorprender las incontables especies de aves que surcan el suelo pampeano.
La reserva está a 35 km de Santa Rosa.
El caldén es un árbol típico de la región, que merece una atención especial del visitante. Este árbol es espinoso, de madera dura, tiene una cabellera despareja.
Los indígenas lo conocían como huitru y cubría grandes extensiones de territorios de las provincias de La Pampa y Buenos Aires.
El Parque Provincial Parque Luro, se conserva este paisaje pampeano, con bosque de caldén, médanos y lagunas.
Este caldenal fue declarado de importancia mundial para la conservación de aves por Birdlife International, hoy conforma un ecosistema rico en flora y fauna.
El Parque es el hábitat natural de especies autóctonas como el gato montés, el puma y los hurones, y en eso reside gran parte de su valor, es más conocido por albergar dos especies exóticas –el ciervo rojo y el jabalí– que fueron introducidas a principios del siglo XX y prosperaron hasta convertirse en iconos de La Pampa.
Este lugar elegido por don Pedro Olegario Luro (hijo del Luro de Mar del Plata), en el año 1911 construyó la actual mansión que hoy es el centro de la Reserva Provincial, apodada como “El Castillo”. Si bien no es un castillo propiamente dicho, pero impresiona por una fachada de blanco brillante, rodeada de un hermoso parque, con lagunas ...
Pedro Luro era un aficionado a la caza, y de allí la idea de importar las especies exóticas que le gustaba perseguir, así fue como llegaron los jabalíes y los ciervos colorados.
El Castillo, día a día abre sus puertas para enseñarle a los turistas sobre la historia de la familia Luro, sus andanzas y secretos.
Hace más de un siglo, Ataliva Roca (hermano de Julio Roca) recibió varios miles de hectáreas como recompensa por su participación en la llamada Campaña al Desierto. Su yerno era Pedro Olegario Luro, quien impulsó la construcción del casco de la estancia, con todos los avances y el lujo que eran posibles para la época: desde la colocación de cañerías de agua caliente para calefacción hasta los pisos de pinotea y los adornos y muebles importados de Europa.
Los muebles y el piso que hoy existe, son los originales.
En aquellos tiempos, el Castillo era habitado por los Luro y sus invitados (en su mayoría europeos) que llegaban para aprovechar la temporada de caza. Para entretenimiento de todos, el Castillo cuenta con un cine propio y trajeron lanchas del Tigre, y todavia se puede visitar el tambo.
Luego de la muerte de Pedro Luro en el año 1927, trataron de mantener la propiedad que luego fue vendida al español Antonio Maura Gamazo, quien hizo algunas reformas (agregó dos alas laterales a la mansión). La hija de Maura Gamazo, fue quien vendió al gobierno provincial las tierras de la actual Reserva que hoy lleva el nombre del primer dueño de la estancia.