"Lo mejor de Jujuy todavía no se conoce”. La frase esbozada por el presidente de la Cámara de Turismo de la provincia, Joaquín Carrillo, es el preámbulo del recorrido. Parece chocante y hasta exagerada, pero con el correr del viaje, la declaración toma cada vez más fuerza. Después de poner muchos años a la Puna y la Quebrada en lo más alto del escalafón, pareciera que Jujuy desempolva una región magnífica y con una geografía única, que todavía no está en boca de los miles de turistas que todos los años llegan al Noroeste del país.
Las Yungas, también conocidas como selvas de montaña o nuboselvas, junto a los circuitos de valles, son algo así como la otra cara de la región. Declaradas Reservas de la Biósfera, las Yungas –de clima cálido y húmedo– cobijan una incansable diversidad de vegetación (lapachos, arrayanes, cedros, entre tantos) y especies animales como el huemul andino, agutí rojizo y gatos monteses, difíciles de encontrar en otras latitudes.
Los alisos del cerro caen sobre la ruta provincial 4 en el anuncio de la llegada al parque provincial Yala, situado a unos 27 kilómetros de San Salvador. El camino, empinado y de tierra, tiene su cuota de adrenalina, y la falta de asfalto tiene un por qué: algunas especies en extinción como la taruca no cruzarían la ruta si no fuera de tierra.
Un breve recorrido a unos 2.000 m sobre el nivel del mar –algunos andinistas llegan hasta 4.000– alcanzan para descubrir la magia del lugar. Desde lo alto se aprecian cinco lagunas, cuyo caudal depende de las lluvias, que mayoritariamente llegan en verano. Estos espejos de agua, entre bosques de alisos y pinos del cerro, son el complemento perfecto para un lugar de ensueño.
En el Desaguadero, por ejemplo, la cría de truchas y pejerreyes es una actividad habitual. Una de las especies más valiosas que se puede encontrar aquí es el famoso y difícil mirlo de agua. Según los pobladores de la región, el mirlo es un parámetro de la limpieza que gobierna el Parque Yala, dado que estas aves permanecen cuando no hay contaminación.
El Parque Provincial es una aventura que puede comenzar o terminar en el pueblo de Yala (a 12 km de San Salvador), donde las casas de fines de semanas abundan y se combinan con una tranquilidad que hacen un combo tentador. También hay hospedajes lujosos como la Casona del Camino Real, algo así como un hotel boutique con servicios de piscina y spa. Y otro punto fijo, en Yala, es visitar el restaurante los Nogales. Se trata del criadero de truchas más grande de Jujuy, por lo que además de comer sus platos elaborados, se pueden visitar los piletones con más de 30 mil truchas. Los Nogales funcionó como coto de pesca hace 10 años, cuando la gente podía sacar su propio ejemplar, pesarlo, pagarlo y llevárselo a casa. Ahora, sábados y domingos al mediodía, los cocineros preparan en el lugar los platos elaborados. Se puede comer en un inmenso verde, con la custodia de un excelso lago (está permitida la pesca con mosca) y las comidas no superan los $ 40 o $ 45 por persona.
Casi sin caudal de agua, el río San Lorenzo recibe a esta altura del año a los visitantes aventureros que se acercan al Parque Nacional (la temperatura media anual es de 17 grados), que tiene una extensión de más de 76 mil hectáreas. La imagen del río semivacío induce a imaginarlo con sus aguas crecidas, confundido con la vegetación. Ideal para aventureros, amantes de la exploración sin miedo de cruzarse con un pecarí de collar o un yaguareté y los que se asombran al ver una vegetación que combina desde bromelias hasta plantas epífitas. También acuden los fanáticos del avistaje de aves: se calcula que aquí hay más de 300 especies.
Por sus múltiples senderos pedestres, contratar la guía de un operario en las cabinas de entrada permite hacer el recorrido de la Herradura, La Lagunita o Tapir, entre otros circuitos. Cuatro horas de esta compañía cotizan $ 180 para dos personas. Otra posibilidad es viajar en colectivo desde la terminal de San Martín, a las 8.30. Cuesta menos de $ 10 y hace el recorrido completo hasta Valle Grande, a más de 3.000 metros de altura. Se recomienda llevar repelente y calzado liviano para las abruptas subidas. En Libertador General San Martín –centro productivo de azúcar, papel y cítricos de Jujuy–, se puede recorrer el paseo de artesanos, que se valen de las bondades de la naturaleza para sus piezas. Por ejemplo, Blanca Tejerina crea floreros forrados con esponja vegetal, vajilla con arcilla e imitaciones de lapachos con las ramas. Recuerdos de una región inolvidable.
Fuente: Clarín Viajes