Corría el año 1998 cuando un grupo de personas impulsadas por el padre Juan Esteban Rougier se reúnen y deciden formar una comisión para trabajar en el proyecto de construcción de una capilla en la zona alejada del centro a la periferia de la misma. Esta capilla se construiría en honor a San Francisco de Sales, patrono de los escritores católicos y de los periodistas. Representaría un barco invertido, como ofrenda permanente del sacrificio de los abuelos inmigrantes.
Los planos de la obra fueron enviados por el arquitecto francés Maurice Novarina, y adaptados a nuestra realidad por el arquitecto Hernán Cáceres, que es el profesional al frente de la obra.
Desde entonces toda la comunidad colabora de una u otra forma para lograr cada paso que se logra, el trabajo es arduo, pero poco a poco se van concretando etapas.