A mediados del siglo pasado, este fenómeno fue mencionado en diarios de Buenos Aires que explicaban el origen de esas “pisadas”, atribuyéndoselas incluso a seres extraterrestres.
Lo cierto es que son una formación geológica natural. Son rocas de granito que solo están en ese cerro a 800 m.s.n.m. Al no permitir que la vegetación crezca la superficie exhibe la roca al desnudo con esos curiosos huecos erosionados que todavía algunos semejan pisadas.
Este mogote fue atalaya de nuestros ancestros indígenas y posiblemente un altar sagrado en el que se honraba a la divinidad, rozándose con el vuelo de las aves, la brisa y el cielo.
Cerro abajo, semioculta por la vegetación, puede verse la entrada a “La cueva de los chanchos”, cavidad natural de la montaña donde se habrían encontrado utensilios aborígenes.