En las aguas más cristalinas y profundas del Golfo Nuevo es posible explorar el mundo submarino para observar variedad de peces, crustáceos y jugar con lobos marinos.
Cautiva con el azul inerte de sus aguas encerradas y por las formaciones rocosas de las costas, y más aún por las posibilidades que brinda a los viajeros para interactuar con la fauna marina durante todo el año.
El ambiente subacuático en torno a Puerto Pirámides es el que alberga la mayor concentración de mamíferos marinos del mundo, una de las razones por la cual la Unesco declaró a Península Valdés Patrimonio Natural de la Humanidad en 1999.
Es en este entorno donde las ballenas hacen las delicias de los viajeros que se embarcan para avistarlas desde junio hasta diciembre, pero por estos días -sin cetáceos- este puerto depara más sorpresas: bucear con lobos.
Los buzos del país desde hace varias décadas eligieron las diáfanas y profundas aguas de esta zona para alentar su pasión y en los últimos años la tendencia contempla a expertos de todo el orbe. Es así que el Golfo Nuevo se presenta como un lugar de buceo por excelencia y lo mejor es que se realizan bautismos submarinos, es decir la primera inmersión en las profundidades además de numerosas expediciones para buzos experimentados.
Entre variados arrecifes naturales, bajo la superficie, puede observarse una increíble diversidad de peces y crustáceos. Las aguas profundas de Playa Pardelas, por ejemplo, albergan enormes cardúmenes de salmones, meros, sargos y besugos que nadan entre cuevas y túneles submarinos, y se ven cubiertos por coloridas colonias de pólipos, anémonas, mejillones, cholgas, esponjas y estrellas de mar.
La modalidad de bucear con lobos marinos, fue incorporada en el área luego de realizar varios estudios biológicos y de comportamiento de las diferentes especies, puesto que el objetivo es no perturbar a los animales bajo ningún aspecto.
La práctica -buceo con lobos marinos en libertad- se organiza en salidas de grupos reducidos, anclando la embarcación a cierta distancia de la colonia y esperando a que la curiosidad de estos extrovertidos mamíferos los haga acercarse a las personas para interactuar, jugar y divertirse. Formando grupos de hasta 30 animales alrededor de los buzos, la experiencia puede durar hasta una hora y media.
Se trata de una pequeña aldea protegida, con una población de 450 habitantes, cuyo estilo de vida sustentable atrae a visitantes de diversas latitudes.
Es el único lugar de la Argentina donde es posible embarcar en pequeñas lanchas para realizar avistajes de la ballena franca austral, y también permite disfrutar de actividades como kayak, trekking, mountain bike, turismo de sol y playa, excursiones de pesca y tours de observación de flora y fauna, donde se destacan especies como lobos y elefantes marinos, aves y pingüinos de Magallanes, entre otras.
Fuente: Los Andes Online
http://www.losandes.com.ar/notas/2010/1/24/turismo-468458.asp