Hay que forzar mucho la interpretación de la historia para encontrar un caso de colonización europea pacífica. La búsqueda arroja un hecho aislado iniciado un 28 de julio de 1865 con el desembarco de un puñado de galeses que se arriesgó por el océano a bordo del mítico Mimosa y tocó tierra en la Patagonia, cerca de la desembocadura del río Chubut. Huían del yugo inglés y esta condición de sometimiento fue tal vez clave para la relación que entablaron con los tehuelches, tribu que los salvó de la muerte y con la que supieron vincularse sin violencia.
Un siglo y medio después, los galeses siguen viviendo en Chubut con la pintoresca ciudad de Gaiman como centro y extendiéndose a lo largo del valle del río Chubut en las localidades de Dolavon, 28 de Julio, Trelew y Rawson. La ruta incluye 16 capillas de estilo neogótico y neoclásico, muchas actividades de turismo histórico y cultural y, lo más destacado, el atractivo de cálidas casas de té con un suculento menú encabezado por la tradicional torta galesa.
Estos europeos de raíz celta iniciaron su aventura con una misión clara: preservar su lengua, su culto y sus tradicionales coros del avance de la dominación anglosajona. La apuesta dio frutos y Gaiman es hoy la colonia galesa mejor preservada del mundo. Incluso, muchos opinan que la lengua fue aún más respetada que en la propia Cardiff, capital de Gales, donde el inglés penetró hondo.
La clave no fue encerrarse. De hecho, los jóvenes actualmente están trabajando para que no se pierda la lengua, ya que no se la utiliza para charlas cotidianas. Las vueltas de la historia hacen que las nuevas tecnologías ayuden en esta misión. «Estoy comunicado con galeses del mundo a través de Facebook», informa Andres Evans, de 28 años, tataranieto de William Evans, que llegó a Chubut en 1867 junto con su esposa y allí tuvo once hijos.
El capitán Love Jones Parry -barón de Madryn-, el tipógrafo Lewis Jones y el reverendo metodista Abraham Matthews fueron líderes de la avanzada galesa en 1865, que fue reforzada diez años después con dos nuevos contingentes de colonos. Desde lo que hoy es la ciudad de Rawson, los galeses avanzaron hacia el Oeste, hasta que David Roberts fundó Gaiman en 1874. Los comienzos fueron duros, ya que las promesas del Gobierno argentino de Bartolomé Mitre incluían bondades de las cuales carecía por completo la entonces hostil Patagonia. Allí fue clave el tehuelche, con quien los galeses apelaron al trueque para conseguir alimento e información geográfica. Es en homenaje a la lengua de estos habitantes originarios que se entiende la palabra «gaiman», que significa «punta de piedra».
El tiempo pasó y los tehuelches fueron exterminados. Los galeses persisten, así como los canales que sirvieron para cultivar trigo en la región. También se mantienen sus capillas de ladrillo y la cultura expresada en la celebración del culto, de raíz protestante, y en los coros. También aplican mucha energía en festivales músico-literarios como el eisteddfod y el gorsedd.
Adentrarse en detalles de esta historia es lo que motiva la visita a Gaiman y la vecina ciudad de Dolavon, ámbitos de aire rural donde se puede presenciar la historia viva de un éxodo con final feliz y escuchar la historia de boca de los propios descendientes de los pioneros.
La experiencia cultural iniciada por los galeses en la Patagonia sigue su curso y tiene final abierto. Italianos, españoles, portugueses y árabes comparten el espacio, mientras un nuevo giro comenzó a darse en la última década, con el masivo arribo de la comunidad boliviana.
Fuente: Diario Ambito