Hoy está en la agenda de todo turista en busca de la postal más fresca de Buenos Aires. Mucho más que paseo de un día, reúne vida rústica, conciencia ecológica, lujo, deportes y puro sol.
Si uno se detiene a observarlo desde el aire –o desde un mapa satelital en Internet–, el Delta del Tigre parece una gran hoja verde salpicada por nervaduras celestes, que crecen, se extienden y se ramifican casi interminablemente. Es que el Delta del Paraná –tal su correcta denominación– tiene dos particularidades que lo distinguen del resto: es el único delta ribereño del mundo que desemboca a su vez en otro río –el de la Plata– y está formado al menos por cinco mil cursos de agua que abarcan parte de los 21 mil kilómetros cuadrados sobre los que se extiende. Es, además, uno de los tres mayores deltas del mundo, junto con el del río Nilo, en Egipto, y el del Mississippi, al sur de Estados Unidos.
Pero además de esas particularidades geográficas, el Delta del Tigre es una de las más gratas sorpresas que se llevan de nuestro país los visitantes internacionales que lo descubren y uno de los paseos preferidos de las familias argentinas desde hace más de un siglo. En pocos lugares se puede sentir que se está en un paraíso natural a sólo 27 kilómetros de la Capital, rodeado por corrientes, pequeñas playas, vegetación abundante y actividades para todos los gustos y edades. Veamos.
Para comenzar un paseo clásico por el Tigre, llegar desde la Capital es tan sencillo como pintoresco. Además del acceso directo a la avenida Ricardo Ubieto desde la autopista Panamericana, que permite acceder al centro de Tigre, la línea Mitre del tren que parte desde Retiro finaliza en la remozada Estación Central, que sirve de punto de partida para casi todos los recorridos.
Desde allí al clásico Puerto de Frutos, una muy buena primera aproximación a un destino que dejó de ser sólo una opción de un día para convertirse en la alternativa para pasar un fin de semana o una estadía de vacaciones prolongada, hay sólo unas cuadras que pueden recorrerse a pie, hasta la entrada principal sobre la calle Guareschi.
Abierto los fines de semana de 10 a 18, y los sábados, domingos y feriados hasta una hora más tarde, el tradicional mercado donde se solían comercializar las frutas y verduras de los productores zonales es hoy un completo paseo que incluye opciones de diseño, muebles, objetos de decoración y accesorios, entre otros artículos.
Los artesanos trabajan las maderas nobles de las islas, transformándolas en objetos de arte y decoración. También son numerosos los viveros con plantas exóticas y propias de la geografía bonaerense. Hay un sector de mimbrería, que ofrece un catálogo completo de los objetos realizables en mimbre, caña y otras fibras o maderas de la comarca isleña. Y para completar las opciones para la casa, hay mantas, manteles, adornos en caña y mimbre; y para la cocina, dulces, licores y mieles caseras. En la flamante Galería Buenos Aires Delta, además, se puede combinar compras con diseño, naturaleza, arte y gastronomía: tiene terrazas con vista al río y hasta un amarradero para lanchas. Abre jueves y viernes de 10 a 18, y los fines de semana hasta las 20. La única premisa es ir con espacio en el baúl del auto.
La apertura en 2006 del remozado Museo de Arte Tigre fue uno de los últimos grandes acontecimientos que revolucionaron la vida cultural de esa localidad. No bien se lo aprecia desde afuera, se impone por su belleza y su mezcla de estilos, recuperados hasta lograr la perfección.
Pero la historia del edificio habla también de la historia de la ciudad. En 1909, se formó una sociedad con el fin de fundar un club que convocara a los habitantes del lugar y fuera un espacio de esparcimiento y la práctica de deportes, con la inclusión de un casino a la manera europea. Un año más tarde, los arquitectos franceses Dubois y Pater comenzaron su construcción, en el predio ubicado en el Paseo Victorica, junto al entonces edificio del Tigre Hotel.
Declarado Monumento Histórico Nacional en 1979, el edificio alberga hoy una colección permanente de arte argentino, con obras de Juan Mauricio Rugendas, Eduardo Sívori, Benito Quinquela Martín, Fernando Fader, Luis Cordiviola, Juan Carlos Castagnino y Florencio Molina Campos, entre otros.
Domingo Faustino Sarmiento fue otro entusiasta amante del Tigre, y adquirió una pequeña casa de fin de semana, convertida en un museo ideal para apreciar en alguno de los múltiples paseos fluviales que parten desde aquí. Equipada con sus muebles originales, la casita construida en la segunda mitad del siglo XIX tiene también una biblioteca y una muestra fotográfica que revela la evolución de las islas que él tanto amaba, además de los árboles que plantó en su jardín. Puede visitarse tras 20 minutos de navegación, en lanchas de la compañía Interisleña.
En una opción más telúrica, el Museo del Mate (Lavalle 289) se instaló a pasos del Puerto Fluvial para exponer más de 2 mil piezas de elementos de todo tipo que se utilizan a la hora de preparar la infusión más popular de la Argentina. Con curiosidades como el primer termo del mundo, mates de porcelana de Italia, Francia, Inglaterra o envases para yerba de 140 años de antigüedad, el museo abre sus puertas para quienes quieran conocer más de las costumbres materas de distintos puntos del país. En verano, funciona todos los días de 11 a 19.
Pero más allá de las actividades en tierra firme, el encanto del Tigre está indisolublemente ligado a la navegación. Desde 1920, las famosas lanchas colectivo surcan los afluentes del río San Antonio, el Luján, el Canal de Circunvalación, el río Sarmiento y los brazos del río Paraná, entre otros, llevando y trayendo pasajeros a las islas desde el Puerto Fluvial de Pasajeros, en el centro de la ciudad. Se estima que la población estable de las islas es de unos 3 mil habitantes.
Transportan entre 60 y 100 personas –más perros, gatos, bolsos y vituallas– y tienen, como pocas, el encanto de lo antiguo: sus asientos de madera y sus ventanales siempre abiertos son parte de un viaje al pasado.
Desde el puerto parten también los catamaranes de paseo a los distintos recreos ubicados en las islas del Delta, y el servicio que une con Carmelo y Nueva Palmira, en el Uruguay.
Por aproximadamente unos $ 30 (los menores de ocho años no pagan), las diferentes compañías que prestan servicio ofrecen paseos que permiten apreciar los clubes de remo, el Puerto de Frutos desde el río, la zona de casas de fin de semana y el antes mencionado museo sarmientino, lugar donde el ex presidente sanjuanino disfrutó de sus días en el Delta y en donde plantó con sus propias manos las primeras varas de mimbre. Cuentan con servicio de bar a bordo.
También hay salidas las noches de luna llena, ideales para los románticos, y opciones con paradas en restaurantes que ofrecen menúes gourmet. Los catamaranes más equipados tienen también balcones para instalarse a apreciar las bellezas naturales de los canales. Las salidas duran entre 40 minutos y dos horas.
Los deportes acuáticos son otros de los protagonistas de los ríos del Tigre. En distintos circuitos sobre el río San Antonio o el Canal del Este, algunos de los recreos –que también ofrecen alojamiento con desayuno incluido– ofrecen clases de wakeboard (esquí acuático pero sobre una sola tabla), esquí acuático, remo y navegación a motor. Para completar el día, una caminata por los senderos que se adentran en el Delta son la alternativa ideal para los amantes de la actividad física. Las compañías como Nadventure, por su parte, tienen paseos que incluyen los arroyos y canales más escondidos de las islas, porque las hacen con unas embarcaciones de andar casi imperceptible, y los animales de la zona no se inmutan. Ideal para un safari fotográfico.
Y para reponer el cuerpo, algunos establecimientos ofrecen también reparadores servicios de spa, con tratamientos corporales, masajes y otras delicias. Es el caso de Delta Eco Spa, el más flamante de los hoteles inaugurado a fines de 2009. A sólo 20 minutos del centro, combina cabañas y habitaciones con gabinetes para tratamientos, tres piletas y dos jacuzzis. En sus canales privados se practica remo y kayak o se aprecia el entorno, antes de emprender la vuelta a tierra firme.
Para estas vacaciones, la Agencia de Turismo Tigre, ente turístico oficial, armó una propuesta exclusiva, su primer bus turístico en Tigre, con el cual los pasajeros podrán disfrutar de los atractivos más representativos de la ciudad.
La iniciativa tiene como objetivo fomentar la disminución del uso de vehículos particulares para aliviar y mejorar la movilidad del transporte dentro del centro de Tigre. Además, la idea también es motivar a sus vecinos al uso interno de este micro durante los fines de semana, para que se sume a la descongestión del tránsito.
Con este proyecto, Tigre se convierte en el primer destino de zona norte que cuenta con un bus de ese tipo. Con la compra de un solo ticket, se puede subir y bajar sin límite en los distintos puntos de interés. Funciona todos los días, de 9.30 hasta las 18. Las paradas establecidas en el recorrido son: estación de tren Mitre TBA, Estación Fluvial, Parque de la Costa/Casino/ Puerto de Frutos, Estación Fluvial, Museo de la Reconquista y Museo de Arte de Tigre.
Con senderos para caminar y contemplar el paisaje, guías naturalistas, avistaje de aves y paseos en canoas, la isla Chamamé posee senderos para caminatas en un marco natural y la posibilidad de realizar salidas en kayak de tres o cuatro horas sobre los apacibles arroyos del Delta.
Otras opciones son acampar en familia o probar las canchas deportivas, hacer uso de los amplios sectores de juegos para chicos y disfrutar de las playas junto al río. Además, hay varios campings y recreos para pasar el día. Cuenta con cuatro hectáreas de parque, cancha de fútbol, vóley y juegos para niños.
Cuando se quiera descansar del sol, el Museo de Arte Tigre piensa en los chicos con inquietudes artísticas o en los que podrían desarrollarlas. El programa Manos a la Obra está vigente desde el 7 de febrero, con entrada gratuita. A través de talleres de pintura, el personal especializado del Museo de Arte dispone de herramientas entretenidas para brindarles a los asistentes un espacio de inspiración artística y diversión.
Las alternativas son para todos los gustos y los bolsillos. Sólo hace falta llegar allí... y disfrutar.
Existen desde que los primeros pobladores se asentaron en las distintas secciones de islas y fueron incrementando sus recorridos a medida que las tradicionales casitas de madera, la mayoría sólo habitadas los fines de semana, se fueron multiplicando en los diferentes canales durante las décadas del 40 y el 50.
Las lanchas almacén –de ellas hablamos– son hoy una parte indisoluble del paisaje fluvial de Tigre, y la particularidad es que no existen en otro lugar del mundo. Los turistas extranjeros que hacen el paseo obligatorio por los canales se asombran al verlas. Y cuando se les explica su función y su cargamento de provisiones –que incluye hasta carbón– se sorprenden aún más. Pero si no se cocina, las alternativas gastronómicas del Tigre son cada vez más amplias e incluyen hasta platos y menúes premiados. Pero a la hora de comer, hay opciones para todos los paladares.
La parrilla-restaurante La Ranchera abre de 10 a 18 de jueves a martes, en el Puerto de Frutos. El precio va de $ 45 a $ 50 por persona. En la primera sección de islas, Paso del Toro Restaurante tiene menúes familiares. Está en Río Capitán y Arroyo Toro. Con una extensa carta, Il Novo María del Luján Tigre, sobre el Paseo Victorica, abre todos los días de 8.30 a 1.00.
Fuente: Diario Perfil
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0443/articulo.php?art=19876&ed=0443