Réplica exacta de la Santa María de Colón, ofrece un variado menú de propuestas culturales para compartir en familia.
Lejos de las Indias que creía haber descubierto, el propio Colón le hubiera dedicado sentidas loas. Desde que soltó amarras sobre la costanera, en 1978, la réplica exacta de la carabela Santa María ocupa el sitial de "emblema" de Santa Teresita. Deslumbrados ante esa figura robusta que se interpone entre los edificios céntricos y el mar, los turistas impulsados hacia la playa hacen una escala para imaginarse por un rato como protagonistas de una travesía en el océano.
La obra se debe al talento del italiano Pino Di Lorenzo. Meticuloso, consultó planos que le facilitó el Consulado de España y terminó de pergeñar un diseño poco usual para un restaurante. Al cabo de tres años, el barco de madera mutó en boliche bailable y después dio cobijo a talleres de arte. Hasta que perdió su encanto y, abandonado, quedó a merced del desguace. La nao inmóvil fue restaurada en 1995 por el artista Ricardo De Emilio y, una vez que recuperó su brillo original, desde 2009 alberga las propuestas del Centro Cultural Zona Centro.
No se vislumbran tempestades ni las amenazantes flotas enemigas por el ojo de buey que asoma a un paso de la puerta de entrada. Por el contrario, se refleja un sereno cuadro de pescadores alineados sobre el muelle, bañistas que disfrutan de la fiesta del verano y la cerca de palos y tamariscos que hace frente a los vientos.
En la cubierta, Ileana Leonelli responde a todo aquel que quiera conocer la historia del barco original, que osó navegar el Atlántico desde España hasta el Caribe. La mayoría dice estar bien al tanto de la travesía de la Santa María, compartida hace cinco siglos con La Pinta y La Niña, que desembarcaron su tripulación de descubridores involuntarios y luego conquistadores. Pero la voz suave de la coordinadora y el escenario sugestivo donde transcurre el relato oral se confabulan para que grandes y chicos prefieran refrescar la memoria.
Entre los colores intensos de las pinturas de Leonardo Lamberta, la cartelera anuncia una larga lista de propuestas gratuitas: magia, títeres, espectáculos musicales para chicos, baile, tango, Bibliomóvil, muestras de pintura, cerámica y tallado de madera.
Entre las 18 y las 22, la portentosa figura de madera de quebracho y tablas urunday es el ameno lugar de encuentro de vecinos y veraneantes. En la romería de gente que espera su turno para lograr la foto ansiada con la Santa María, se cruzan elegantes señoras del barrio El Jagüel -un remanso de bosque y coquetos chalés- con campamentistas instalados en El Carmen -donde queda en pie parte de la estancia del científico Luis Leloir- y familias enteras que acaban de ser tostadas por el sol. Todos se apuran por cumplir con el ritual. Pero la carabela, afirmada sobre una duna, no muestra intenciones de zarpar.
Fuente: Clarín Turismo
http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2010/02/07/v-02134988.htm