De pocas calles y con acceso por camino de tierra, el balneario se mantiene alejado de las multitudes
En estas playas anchas y abrazadas por los médanos, a 80 kilómetros de Tres Arroyos, la noticia de un okupa alteró la habitual e inquebrantable tranquilidad. Un nuevo e inesperado vecino hace que todos inevitablemente comenten, pregunten y hasta se acerquen para verlo de cerca. Y ahí está él, encallado en las restingas, a unos pocos kilómetros del balneario. Desde hace unas semanas un barco remolcador descansa sobre la costa, mientras los técnicos luchan por sacarlo a flote. Y los pormenores sobre cómo se varó, cuánto cuesta, adónde iba y demás son el principal tema de conversación del balneario.
Porque en estas playas, a 570 kilómetros de Buenos Aires, la inseguridad y los robos definitivamente están fuera de la agenda y de la realidad diaria.
Es el balneario Orense, que está a apenas 14 kilómetros por camino de tierra del pueblo de Orense, pero también se conoce como Punta Desnudez, por un accidente geográfico muy cercano, definitivamente un nombre más sensual y prometedor.
Los chicos caminan de día y de noche solos sin problemas, la gente todavía deja el auto abierto y las casas no se cierran con llave, aunque en plena temporada aseguran que se llena.
A pocos kilómetros de Claromecó, que creció vertiginosamente en los últimos años, logró mantenerse a salvo del turismo masivo.
Los 14 kilómetros de camino de tierra funcionan como una barrera natural contra las multitudes.
"Quisieron asfaltarlo, pero junté cientos de firmas para evitarlo. Si se asfalta y llegan medios de transporte y mucha gente se va a perder la magia de este lugar. No queremos que nos invadan, queremos que crezca suavemente", explica Ana Amat, dueña del hotel Punta Desnudez, el único de categoría y una de las promotoras turísticas del lugar.
Cuando llegó después de vivir en Marruecos, hace más de 15 años, el balneario estaba lejos de lucir como ahora.
Por ese entonces buscaba un lugar casi virgen para afincarse y con un poco de visión de futuro hacerlo crecer. Abrió su hotel frente al mar, al principio con pocas habitaciones, ahora con todas las comodidades, y compró todos los lotes que se vendían sobre la playa a precios en ese entonces muy económicos, entre 10.000 y 20.000 dólares.
El boom de la construcción comenzó hace cinco años. Y las enormes casas con patio, garaje y muchas habitaciones brotaron en este balneario de calles con diseño semicircular y una plaza central.
Ahora hay cerca de 340 casas. El precio de los lotes pronto se fue por las nubes. Cuestan 150 mil dólares o más. Las antiguas casitas de pescadores poco a poco están desapareciendo.
En el pueblo no hay ni una gota de asfalto ni estaciones de servicios. No llega el transporte público, y el medio para moverse oficial parecen ser los cuatriciclos, y por supuesto las 4x4.
Apenas hay un puñado de comercios, restaurantes y una disco, pero lentamente se suman nuevos. Hace apenas unas semanas se inauguró una heladería y sobre la playa trabajan sin descanso para abrir a mediados de este mes el bar Puerto Sur.
También está en construcción un gran barrio cerrado de 2300 hectáreas con canchas de golf, polo, aeropuerto y casas de cientos de metros cuadrados que se llamará Huinca Loo, a cargo de la desarrolladora Holland Cross, junto con Pinamar SA. Será el primer gran emprendimiento de este estilo en la zona.
Ana Amat además tiene en sus planes la construcción de un nuevo hotel de más categoría, sobre la playa, en el extremo norte del balneario.
"Ya tenemos todo proyectado y presupuestado; si podemos, durante el año empezaremos con la construcción", comenta.
Y también tiene en mente nuevas ideas para preservar su lugar :"Sería bueno que se limite el ingreso de autos; sólo podrían entrar los que tienen reserva o casas. El resto tendría que estacionar en la entrada de la villa y recorrerla a pie. Como un balneario ecológico", cuenta, aunque todavía no logró adhesiones entre los vecinos.
Juan Alvarez Fernández hace 13 veranos que mira el mar de Orense sin descanso. Es uno de los guardavidas históricos, que vio transformase el pueblo: "Hace 13 años no había nada, era todo médanos, sólo el bar El Califa, sobre la playa, y algunas casas. Se está dando un gran crecimiento, pero pausado, por suerte".
También asegura que el agua es más limpia y cálida que en otras playas bonaerenses, casi con 6 grados más, pero que suelen llegar aguas vivas.
Los visitantes pronto se convierten en habitués, aunque no tengan casa en la zona. Como Fela, que toma sol bajo una carpita en absoluta soledad, en una playa alejada del centro, mientras Dardo, su marido, prueba con el anzuelo. "Hace unos seis años que venimos y paramos en el camping, esto es como el paraíso."
De la suerte de Dardo dependerá el almuerzo. El mar, generoso, suele traer corvina, pejerrey, gatuzo y brótola.
Más adelante, al costado de una camioneta sobre la playa desolada padre e hijo también pescan y, sobre todo, se desenchufan. "Venga a este balneario para estar solo; si viene alguien y se pone a menos de 100 metros, ya lo miro mal", cuenta Diego, el padre. Pero éste no fue el caso y la charla siguió: "No debe haber mejor lugar para escaparse de Buenos Aires. Nos gusta la tranquilidad absoluta, hace años que venimos".
Fuera de temporada las inmensas playas de Orense se convierten en un buen circuito para travesías y las 4x4 se vuelven aún más habituales que ahora. Kilómetros y kilómetros de playas sin horizonte para disfrutar de la costa atlántica.
A un costado, Médano 40 es una gran duna forestada que se puede subir fácilmente. Desde arriba, el mirador regala una panorámica del balneario y también buena señal para hablar por celular. En el pueblo no hay teléfono de línea y algunas empresas de celulares tienen muy baja señal, pero desde lo alto se habla sin dificultades.
Hacia el Norte, por la playa, a un par de kilómetros se llega al arroyo Cristiano Muerto. Rodeado de imponentes dunas, la desembocadura del arroyo es un buen punto para pescar, sobre todo cuando cae la tarde. Un poco más adelante, se puede subir a un viejo barco que hace años quedó varado.
Siguiendo camino, a aproximadamente 15 kilómetros por la playa, el balneario San Cayetano es otro de esos lugares ideales para relajarse.
Atrás de una gran muralla de médanos aparecen las casitas de esta villa con pocos habitantes que cada año crece un poco más.
Cómo llegar
Desde Buenos Aires son 570 km. Se puede viajar por la ruta 2 hasta Coronel Vidal, de ahí hacia la localidad de Balcarce, por la ruta 29 hasta Necochea. Desde allí la ruta 228 hasta la rotonda de Energía, donde se desvía hacia Orense, para finalmente completar el recorrido con un camino de 14 km de tierra hasta el balneario.
Alojamiento
Hay dos hoteles (Bahía y Punta Desnudez) y casas desde 250 pesos por día (de dos ambientes) en alquiler.
Además, dos campings, Médano 40, Avda. Costanera Williams y Las Acacias. (02983) 15523073. Por persona, por día, $ 20. Parcela, por día, $ 13. Incluye el auto.
El otro, Peloponeso. Calle Las Retamas y Algas Marinas. (02262) 15509967.
Fuente: La Nación Turismo