A 121 km de Buenos Aires, historias y personajes para conocer, además de un buen restaurante
A América de la Cuesta se le encienden los ojos chiquitos y marrones, y la boca grande se vuelve sonrisa cuando habla de sus alumnos. Es bajita, pero parece altísima cuando llega a la Escuela Especial Nº 501 de Navarro, donde trabaja de 8.30 a 16.30 desde hace 20 años. Los chicos la reconocen y la saludan de inmediato.
Un alumno la ve mejor vestida que siempre, sin el guardapolvo blanco. "Hoy parece Soledad, que se hace la linda", le dice.
En este pueblo a 121 kilómetros de Buenos Aires, cercano a Mercedes, que nació como fortín en 1767 y donde encontró la muerte Juan Moreira, lo que sobran son personajes. Personajes que aman este lugar que todavía tiene pulpería, que exhibe orondo sus dos plazas, la hermosa parroquia de San Lorenzo, el cementerio con las tumbas de los muertos por la epidemia de cólera en 1867. Personajes como América.
Ahora, en cambio, se achican sus ojos de tristeza cuando se acuerdan de Julio, el marido de su hermana Gladys, tan pero tan querido que hasta pusieron una parrilla con su nombre para homenajearlo y salir adelante como siempre, trabajando.
Pero sus ojos vuelven a chispear cuando pinta una flor en una silla del restaurante, hace un banco o una lámpara con yuguillos y una tabla de fiambre con herraduras de caballo para que sea también bandeja. Y después, miles de flores, si hasta las pintó en una... ¡tabla de inodoro!
"Pinto flores porque me gustan y para demostrar que somos mujeres las que atendemos la parrilla en esta casa donde nacimos todos, los doce hermanos, y donde mi papá criaba caballos", cuenta América.
El lugar es cálido y acogedor, atrás posee una galería con objetos que se venden y, un poco más lejos, boxes donde su otro hermano, Guillermo, guarda los caballos a los que cuida, entrena y les arregla sus herraduras. "Recibo como en el quincho de mi casa, con lo mejor que tengo. Mi otro hermano matarife me trae la mejor carne, hacemos ensaladas variadas, papas y batatas al horno, chimichurri casero. El picadillo para las empanadas lo hacen mis suegros, Ñata y Beto; mis hijos también atienden a los que llegan a visitarnos", relata América.
Si alguien quiere dormir, su otra hermana Mónica se hizo cargo del hotel Fortín y lo mejoró bastante, frente a la plaza principal. Si parece que los De la Cuesta, en Navarro, son plaga...
Otro ser entrañable es el último jefe de una estación en desuso, la de Navarro, que dejó de funcionar en 1978 para los pasajeros y en 1998 para cargas, pero que él convirtió en museo.
Carlos Beto Marino, con el sombrero de jefe sobre su pelo blanco, la cara redonda y bonachona y muchas ganas de charlar con la gente, recibe a todo el que quiera admirar sus maquetas, réplicas de los trenes lecheros, de carga y de pasajeros. Si hasta enseña a los niños de las escuelas aledañas a usar el telégrafo o sorprenderse ante el misterio de un reloj de 102 años que aún anda, arreglado por el ingeniero Eduardo Luque.
Beto armó solito su pequeño museo ferroviario en esta hermosísima estación de trocha angosta del tren del ex F. C. Compañía General Buenos Aires, inaugurada en 1908 y conocida como La Trocha. Para mirar con tristeza profunda los rieles inertes del "tren diario, que hizo progresar la zona, cuando el maquinista se asoma, y al mirarte dice: ¡A horario!", recita Beto.
"Yo fui el último jefe titular de la estación Navarro del ferrocarril Belgrano Cargas hasta 1998. El primer tren llegó el 7 de abril de 1908. Llegaron a correr, en sus mejores años, hasta ocho formaciones de pasajeros, tres de hacienda general y seis de carga", rememora el apasionado ferroviario.
Beto Marino escribe poesías con historias simples, vividas en ámbito del ferrocarril. Y muestra las fotos de 1964 cuando llegó Arturo Illia, único presidente en funciones en visitar Navarro. "Qué va a ser -concluye-. Somos los viejos locos ferroviarios."
Las fiestas patronales de Navarro, en honor a San Lorenzo de Navarro, tendrán lugar el próximo martes 10 de agosto. Asegurados estarán los fogones, las comidas criollas y los desfiles. Para el 16 de agosto, día del santo patrono de los italianos, San Roque, "habrá que ir a buscar a la iglesia el pancito bendecido", cuenta América.
Conviene visitar también el almacén La Protegida de Raúl Lambert, otro personaje, que almacena antigüedades de todas las épocas de esta zona agroganadera; la iglesia y el lindero salón de arte Lucio Morales Correa, primer escultor de la República Argentina; la laguna, para pescar o alquilar botes con remo -con demasiada gente los fines de semana, un poco venida a menos-; la cancha de golf; la maqueta del fortín, y a pocos kilómetros, el sitio donde fusilaron al coronel Manuel Dorrego. Para darse una idea completa de este pueblo lleno de árboles y hojas, con noches de estrellas gordas de tanta noche, donde los sueños crecen o se deshilachan.
Cómo llegar a Navarro: Tomar el Acceso Oeste hasta el km 63 (Luján), luego el acceso a la ruta nacional 5 (a Mercedes). Cuando se llega al semáforo en la intersección con la ruta provincial 47 doblar a la izquierda y recorrer 56 km más.
Parrilla don Julio: calle 21 entre 28 y 30, casco urbano de Navarro. Tel.: (02227) 15487277. $ 70 por persona, incluye tabla de queso y fiambre, empanadas de picadillo, asado completo, papas y batatas al horno, y ensaladas, postre criollo, bebida, té y café. Abre los fines de semana o a pedido. En la semana, para más de 10 comensales. Consultar por programa de fin de semana combinado con el Hotel Nuevo Fortín.
Museo Ferroviario de Navarro: Av. 34 Nº 601. Tel.: (02272) 430361. Atendido por don Beto Martino. Como vive allí, los fines de semana está abierto, pero si no lo abre especialmente para quien se muestre interesado. No cobra entrada; se acepta una contribución voluntaria.
Almacén museo La Protegida: de Raúl Lambert. Bulevar 19, esquina 30. Tel.: (02324) 15580678. Decorado con objetos antiguos, abre viernes, sábado y domingo. Tablas de fiambres navarrenses, empanadas de carne cortada a cuchillo y guisos carreros. Desayunos o meriendas pueblerinas con pastelitos deliciosos, tortas fritas, palmeritas o tortas negras, medialunas, mate cocido, té o café.
Fuente: La Nación Turismo