Como lo bautizó su fundador Hector Guerrero, Cariló es un “Médano Verde” que tiene la mayor parte de la reserva cerca de la ruta, mientras que en la zona de la costa, se encuentran los hoteles y casas con vista al mar.
En la década del 20 se comenzó con la forestación de los médanos vivos, luchando contra la falta de caminos, las plagas y la ausencia de transportes, pero con los años, cientos de miles de plantas fueron creciendo y le dieron el paisaje definitivo a Cariló, hasta que comenzó el desarrollo urbano del lugar.
La belleza del bosque la convierten en un centro turístico que atrae a miles de visitantes cada temporada veraniega y los fines de semana largos. El centro comercial creció poco a poco y cada año se incorporan nuevos sectores.
Las zonas más apartadas son un lindo lugar para disfrutar y observar de las gran cantidad de aves que encuentran refugio en los árboles, para recorrer en bicicleta las calles arenosas.
Para orientarse, es necesario acordarse que las calles paralelas al mar tienen nombre de aves, y las calles perpendiculares nombres de plantas.
Hay lugares para practicar tenis y golf, y también deportes náuticos durante toda la temporada de verano.
Uno de los atractivos son los senderos que pueden recorrerse en bicicleta, caminando o al tranquilo ritmo de los caballos, sorteando piñas y matas de hongos silvestres, entre pinos mediterráneos, eucaliptos, arces y robles.
Durante el verano, se organizan cabalgatas nocturnas cuando cae el sol, que permite disfrutar del increíble espectáculo de la luna brillando sobre la espuma y así revivir todas leyendas del bosque.
Como una alternativa a Cariló, en los ultimos años creció Mar de las Pampas como un lugar tranquilo, como una aldea exclusivo, con propuestas de hotelería y gastronomía artesanal pero de alta calidad.
Donde antes sólo había árboles y arena, aparecieron las cabañas y los hoteles, pero guardando un estilo de vida con el movimiento “slow”, con playas muy anchas